martes, 11 de octubre de 2016

Conde - Reverbville (Clifford Records 2015)

Cuando se anunció la creación del espectáculo Spanish Crooners, en el que compartían voz protagonista Javier Corcobado y Conde, la primera pregunta que me vino a la cabeza fue: ¿quién es Conde?. Casi a la par se anunciaba también la salida de Reverbville, su primer disco en solitario, editado por Clifford Records. Sospechando que este señor no era fruto de la generación espontánea, se imponía rastrear su pasado.
No me costó encontrar alguna web en la que se mencionaba su anterior proyecto, el grupo Santos De Goma. Ah, ¡a estos sí! Hace unos años me había hecho con Transparente, canciones de bonito pop con una voz que sentía cercana a la de Mikel Erentxun, pero con el poder evocador de la de El Zurdo. El Río y El Hombre Sin Nada Más fueron las que más tilín me hicieron de entre las seis que envolvía el bonito y artesanal artwork con el que las presentó la todavía incipiente discográfica Discosdelrollo.
Me di por satisfecho, pensando que también Conde sería un jovenzuelo con poco más de un lustro de andadura en las lides musicales, el primer disco del grupo databa de 2010, aunque esta suposición chocara frontalmente con mi concepto de crooner.
Transcurrieron meses y muchas escuchas a este Reverbville antes de que las miguitas de pan dejadas por la casualidad me llevasen a otro nombre, el de Camara. El single que editaron anda en casa, me dije. Lo había comprado hace años sin saber nada del grupo, impulsado por mi afán completista y porque quizás era la edición más asequible al bolsillo, en estos tiempos modernos, de todas las referencias iniciales de Tres Cipreses.
Efectivamente, en la contraportada del single aparece Conde como vocalista y autor de las letras de las canciones. Era 1982, Eduardo Benavente y el propio grupo se encargaron de la producción de estas dos canciones de estética dark y resultados convincentes. Al parecer Camara se creó en 1980 alrededor de Ricardo Teixidó, que se encargaba de la voz, batería y composición de los temas. Cuando este dejó el grupo para ingresar en Danza Invisible llegó el turno de un joven Conde que asumió el liderazgo de la banda.
Bueno, al final resultó que Conde podía llevar cerca de 35 años al pie del cañón... y a mí solo me faltaba completar el cuarto de siglo que fue desde el final de Camara hasta el principio de Santos De Goma.
Agradable tarea la de perseguir sus devaneos, en la que fueron apareciendo nombres como Harry Octopus y Basmatic, que no conocía de nada y otros como Mosquitos y Serie B, en los que por fin encontré la respuesta a otra pregunta que me había hecho hace mucho tiempo y de la que ya andaba olvidado. La cuestión era: ¿Por qué en aquel disco de Serie B, que encontré en un cajón de saldo y que compré porque lo había editado Cambayá y yo quería investigar lo del blues hecho en España, estaba la canción El Mago De Las Finanzas, que había sonado con frecuencia en la radio allá por los noventa interpretada por un grupo llamado Mosquitos al que nunca hice mucho caso?
Y este señor, alma mater de ambas bandas, era la respuesta. A todo esto la otra sorpresa fue que Serie B no hacía blues, sino un rock que se podría emparentar con el que unos años después pusiera en practica El Frente y que llevó a su líder, Gabriel Sopeña, a ser uno de los compositores más solicitados por quienes querían aunar calidad y accesibilidad en sus canciones, por ejemplo Loquillo.
Pues después de todo este camino por carreteras secundarias, el destino ha llevado a nuestro hombre hasta la ciudad de Reverbville, una Comala de nuestros días, donde los límites entre vida y muerte se difuminan en sus calles, donde en el aire se mezclan detalles cotidianos, amores imposibles y rumores de ajustes de cuentas. Llega tranquilo, seguro de sus pasos y no le cuesta encuentrar acomodo para sus huesos. Ya había estado aquí, sabe donde ocurrieron las cosas y haciendo gala de sus buenas dotes de observador y de su gusto por el detalle, desgrana la vida secreta del lugar, a la vez que reflexiona sobre las huellas que la vida ha esculpido en su interior. Canta sereno, guitarra en ristre y con cierta parsimonia, situándose a voluntad en uno u otro lado de esa frontera final que es el último día de la existencia de cada uno. Y desde tan desdibujado lugar nos entrega este emocionante disco de pop fuera del tiempo y el espacio que parece concebido desde las brumas del realismo mágico.
Para musicar esta última parada, por ahora, de su largo viaje Conde ha contado con la ayuda de las ánimas de quienes se llamaron Israel Calvo, Claudio Tomer, Francis Barba, Frank Mora y Meike Schönbütte.



lunes, 10 de octubre de 2016

Amor Sucio - Antología (Hall Of Fame Records 2014)

Hoy he venido aquí a hablar de Amor Sucio, grupo que inició su andadura como cuarteto formado por Antonio Tarín, Luis González, Fernando Carrión y Pepe Muriel en 1987. La formación permaneció invariable durante toda la existencia de la banda con Pepe entrando y saliendo de ella, y apareciendo como colaborador en sus discos. Todos tenían un pasado, Antonio estuvo en la génesis de La Banda Sin Futuro junto a Poch y después recaló en Extrema Cordialidad Homicida, donde coincidió con Pepe. Por el otro lado Luis estuvo en la última formación de Mar Otra Vez, la que grabó Algún Paté Venenoso, y Fernando venía de Noviembre Rojo, grupo en el que coincidiría con gente de Interterror y por el que también pasó fugazmente Víctor Royo Enguix antes de incorporarase a Mar Otra Vez junto con Luis.
Como la biografía completa del grupo pulula por la red, aunque me temo que con algún flagrante error, solo añadiremos a modo de curiosidad que en sus primeros meses de vida, se hicieron llamar La Hostia, nombre que luego cambiaron por el de El Sueño Del Sapo, apelativo con el que llegaron a tocar una vez en vivo, hasta llegar al definitivo Amor Sucio, extraido de una lista de posibles nombres confecicionada por Javier Corcobado.
La banda dejó de tocar en 1993, y como ven, pasaron mas de veinte años hasta que Hall Of Fame Records se decidió a recoger toda su andadura en esta Antología de seis cd's. Un alivio para mi, que me ha evitado tener que decantarme por uno de sus tres discos oficiales como excusa para traerlos a este blog.
Al principio lo intenté, nunca me había parado a pensar cuál era su mejor disco o el que más me gustaba, pero tras un par de escuchas consecutivas, enseguida comprendí que me iba a resultar imposible. Ya decían ellos mismos en los créditos de La Farsa (Triquinoise 1991) algo así como que "las canciones de este segundo disco y del anterior, El Tiovivo De La Locura (Triquinoise 1990), se compusieron en el mismo periodo de tiempo y no fueron grabadas cronológicamente por lo que consideramos ambos albumes como una obra conjunta". Efectivamente sus dos primeras grabaciones forman un tandem sin fisuras y en perfecto desequilibrio.
A estos dos discos siguió Total... 3, un disco extraño en su concepto, que incluía cuatro temas instrumentales compuestos, tocados y grabados por separado por los integrantes del grupo, mas una retahila de versiones en las que los tres juntos se fajaban con repertorio de Frank Zappa, Tom Waits, James Brown, Prince, Chic, Alice Cooper e Iron Butterfly, además de hacer Whatever Lola Wants, tema que cantaba la asistente del diablo en el musical Damn Yankees, estrenado en 1955. Ninguna concesión a los gustos modernos de la camada indie del momento.
Como decía, absolutamente inviable decantarse por uno de estos tres discos, llenos de rock sobradísimo de personalidad y difícil de etiquetar, no piensen ustedes en devaneos experimentales, sino en aquel que toma sin prejuicios los elementos necesarios para garantizar la pegada inmediata, que hacen sombra a la discografía de otros grupos que tuvieron mas suerte a la hora del reparto de los laureles de aquella época, como pudieron ser Los Enemigos.
La solución salomónica fue la de hacerme con esta caja, editada en edición limitada de cien copias, y de paso tener acceso a los otros tres cd's que complementan a los tres que traen la discografía oficial, incluido el tema Dumbo que solo apareció en single. Es cierto que puestos a ser quisquillosos, y por poner alguna pega, ha quedado fuera la versión en directo de El Callejón Del Olvido que apareció en el Rocke'n'Babia y que los temas de Total... 3 vienen en distinto orden que en el vinilo original.
Males menores si tenemos en cuanta que todo el material ha sido recuperado con mimo por Antonio y Luis, y que los extras son sustanciosos. En este apartado tenemos un Directo grabado en un pueblo de Huesca en 1992, durante The Misery Tour, gira de presentación de su tercer disco. al que según los créditos no acudió ningún espectador. Y también un cd de Rarezas en el que se rescata una demo de 1988 en la que aparece alguna canción que nunca llegó a los discos oficiales, una grabación en Radio 3 y alguna otra curiosidad en forma de versión instrumental de temas conocidos. Por cierto, estos dos cd's no están disponibles en la edición digital de esta Antología.
Pero la guinda, explosiva y venenosa, la pone un sexto cd a nombre de Antonio Tarín, grabado entre 1993 y 2000, con algunas canciones que ya manejaba el grupo en su etapa final, y que no solo nos permiten intuir como habría sido un cuarto album del grupo sino que también nos hacen babear pensando qué habrá creado Antonio en estos últimos dieciseis años que lleva de casi total silencio. ¡Que nos lo cuente ya!







lunes, 3 de octubre de 2016

Corcobado Y Manta Ray - Diminuto Cielo (Astro Discos 1997)

En 1996 se celebró el primer siglo de historia del cine español, aunque ese mismo año se constataba que la grabación de Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza, la que parece ser la primera película rodada por un español, Eduardo Jimeno es su nombre, realmente databa de 1897. Aun así la celebración siguió su curso y la efeméride tuvo su reflejo en la 34 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón. Desde este se impulsó la edición a través de Astro Discos de Canciones Del Cine Español (1896-1996).
Desde el año anterior, según cuentan las crónicas, con la llegada a la dirección del certamen de José Luis Cienfuegos, el festival había virado su rumbo y apostado de manera decidida por el cine independiente, y entre todas sus actividades complementarias estuvo la edición del disco Gijón Goes To The Movies - The Dirty Dozen, en el que bandas del principado de carácter afín al nuevo espíritu del festival versionaban temas de películas con marchamo de clásicos. El concierto celebrado en el Teatro Jovellanos por los participantes en el disco parece que fue memorable y en palabras del propio director se convirtió en la clausura no oficial del certamen.
Así, al año siguiente, siendo la fecha tan redonda para la cinematografía nacional, el Festival volvió a amparar un disco que, en esta ocasión, contenía trece versiones de temas que aparecieron en películas de nuestra industria. Se redobló la apuesta invitando a participar a algunas de las primeras espadas del underground del momento junto a los grupos asturianos. Así Alaska se unía a Kactus Jack para hacer Perlas Ensangrentadas, Alejandro Díez, de Los Flechazos, se sacaba de la manga para la ocasión a Fanny Y Los Dandys, los Eliminator Jr. contaban con su amigo Guiller Momonje para su versión de Love, Love, Love, y Javier Corcobado junto con Manta Ray se atrevían con el tema principal de la película El Crack. Esta última versión fue de las más aclamadas del disco y puede que esto fuese un impulso más para que llegase a materializarse el disco que queremos compartir hoy, Diminuto Cielo.
Manta Ray, con su debut de 1995, había establecido su propio territorio sonoro y se mostraba como una singularidad tan valiosa y excitante como lo fueron en su día Young Marble Giants. Corcobado, por su parte, completaba ese mismo año su suculenta trilogía con Los Chatarreros De Sangre Y Cielo, aunque en aquel momento nada indicaba que no iba a tener continuidad.
Dos años después, cundo unieron sus fuerzas, Manta Ray ya habían incorporado a Frank Rudow, y a ese fantasmal instrumento que es el theremin, a sus filas y su sonido estaba más cerca de abrir nuevas puertas que del de su debut. Javier, por su parte, acudía a la cita con un cuaderno de textos saturados de muerte y también de su reverso tenebroso, eso que llamamos vida, y así se erigió en este negro disco cual Jano situado en el umbral del Érebo, proyectando sus opuestas miradas, una sobre personajes al límite, cercanos a su fin o que los buscan desesperadamente, mientras que la otra indaga quirúrgicamente en el principio del sueño perpetuo.
De la música se encarga Corcobado en cinco temas mientras que Manta Ray asume la de otros cuatro, firmando solo conjuntamente la de Radio, canción que abre el disco. Cierra los once temas que aquí encontramos la versión de Getsemaní, merecedora casi de un capítulo aparte, con uno de los tour de force vocales mas impresionantes que servidor a escuchado. Antes hemos padecido con los ritmos tísicos de Jugador, sufrido con los rigores sónicos del blues industrial en A Traición, sentido la extrema sensibilidad de nuestra dermis causada por la etérea y susurrada Gitanita, y también la presión en la sien de las palabras que se disparan en Puta, por describir solo algunos de los síntomas que provoca la escucha de Diminuto Cielo.
La portada negra revoloteada por mariposas de vivos colores a modo de representación de nuestra efímera existencia sintoniza a la perfección con el contenido de este álbum doliente, valiente, sincero y nada complaciente con los que lo esperábamos como agua de mayo desde que se anunció que se grabaría.
Cuando lo hicieron Manta Ray eran Nacho Vegas, Nacho Álvarez, José Luis García, Javier Vegas y Frank Rudow. Corcobado es, y será, Javier Corcobado.